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Los Borgogno demandan al Estado por US$ 10 millones

Caso. Los niños perdieron enseñanza por no vacunarse
TARARIRAS | PEDRO CLAVIJO
El matrimonio Borgogno-Arce demandó al Estado por violación de los derechos civiles de sus cinco hijos, entre 1994 y 2005, período en que no accedieron a la educación pública por no tener certificado de vacunas. Piden US$ 10 millones.
En su alegato, los Borgogno manifiestan que el Estado uruguayo arrebató a los chicos Maite, Nahuel, Ayelén, Nohelí y Yosimari por más de 10 años el supremo derecho a la educación, deporte, salud, asistencia social y recreación. El matrimonio asegura que sus hijos recibieron la amenaza del derecho a la vida misma.
La demanda fue presentada ante el juzgado de Tercer turno de los Contencioso Administrativo a cargo de Pablo Eguren.
Se abre así un nuevo capítulo en la lucha de una familia naturista, que buscó por todos los medios no perder esa condición, que le llevó por el camino de una vida sana y diferente -sin vacunar a los niños por indicaciones médicas-, en un caso que conmovió al país.
La historia comenzó en 1984, cuando la familia vivía en Buenos Aires y adoptó el estilo de vida naturista por las severas afecciones que sufrían los primeros hijos del matrimonio. Maite tenía espasmos bronquiales y convulsiones; Nahuel, ictericia, fiebres altas y prolongadas, diarreas y otras afecciones. Con tres meses de vida, sufrió una convulsión severa, tras ser vacunado contra el sarampión.
Estos hechos se prolongaron años después y el médico tratante diagnosticó hipersensibilidad congénita a las proteínas y otros componentes de las vacunas. Entonces recomendó la prescindencia de vacunas, medicamentos, e iniciar un tratamiento naturista. El caso fue tratado en la Escuela Argentina de Naturopatía, con estudios que finalizaron el 13 de septiembre de 1992.
En 1989, la familia se trasladó a Uruguay por temas laborales, instalándose en Paso Sena. Juan Carlos Borgogno trabajó en el Frigorífico Colonia.
Los menores, Maite, Nahuel y Ayelén, concurrieron a la Escuela Nº 38, donde el director Reinaldo Rivoira, reconoció la situación de salud de los niños, impedidos de vacunación, la que estaría circunscripta en el decreto 204/82, artículo 5 de la ordenanza 939 de la Ley 15.272, que refiere a la vacunación y sus situaciones de excepción.
Una carta que presentaban a comienzos de cada año, permitía la concurrencia normal de los menores a la escuela. Maite fue la primera en culminar primaria e inició el liceo.
Hasta marzo de 1994 todo transcurrió normalmente en la vida de la familia Borgogno, pero en esa fecha asumió la dirección de la escuela Elena Casco, que rechazó las cartas y todo tipo de explicaciones. No obstante, Ayelén y Nahuel continuaron concurriendo a clase hasta que fueron expulsados por una resolución de Anep- Codicen del 6 de julio de 1994, tomada tras la denuncia de la Directora que exigía la vacunación de los menores. Fueron considerados un foco infeccioso potencial.
El caso comenzó a generar una batalla conceptual y a recorrer el país y el mundo. Los chicos, de altas calificaciones, fueron impedidos incluso de participar en la fiesta de fin de cursos. En enero del año siguiente ninguno de los dos pudo inscribirse en la piscina municipal de la Plaza de Deportes, por falta del Certificado Esquema de Vacunación. Dos meses después la situación se proyectó a la escuela, donde no se aceptaron certificados médicos presentados por los padres.
Los niños comenzaron a recibir educación escolar en su propio domicilio por parte de su madre, Susana Arce, maestra recibida en Argentina.
En los juzgados y otros ámbitos se libró el conflicto, donde la familia intentó demostrar la veracidad de su posición, y la de Anep y Salud Pública que solicitaban las vacunas.
En diciembre de 1995, la familia recibió la comunicación de la escuela que los niños perdieron el año por inasistencias.
El 18 de agosto de 1996 una nota de El País dio cuenta del clima social y la persecución existente.
La familia se trasladó a Argentina, donde los menores no tuvieron problemas en cursar sus estudios. En 1999, regresaron a Uruguay y las autoridades les impidieron estudiar si no eran vacunados.
El Instituto Pasteur apoyó a la familia, hasta que en 2005, el MSP aceptó el canje de certificados médicos de los profesionales tratantes por el Certificado de vacunaciones. Anep y Codicen también acataron y permitieron que los menores tuvieran acceso a la educación.
Aquellos niños y su presente
n Maite, de 26 años, terminó secundaria, está casada y tiene una hija de 9 meses. Realiza labores y artesanías. Nahuel (24) y Ayelén (22) cursaron hasta tercer año de Secundaria, ambos trabajan con su padre en una empresa familiar de albañilería y carpintería y prevén retomar los estudios.
Nahuel sueña con cursar facultad de Derecho, aunque también le apasiona la química y la investigación científica en general; a Ayelén la biología. Nohelí tiene 17 años y está cursando tercer año en el liceo Daniel Armand Ugón de Colonia Valdense. Yosimara, de 12 años, cursa primer año en el mismo liceo.